Hoy me remonto al abrazo
que un día di al árbol.
Frondoso y fuerte.
Protector y acogedor.
Me quedé en su tronco
y penetré en sus raíces.
Entré en la nada
de la muerte cloroformada.
Regresé,
como si nada transcurrido pasara.
Justo,
antes de mi ausencia se decía
que Camarón era muerto.
Ese árbol y ese cante
acompañaron mi alma
mientras bisturís cortaban
para sanar mi cuerpo.
Fue el verano del 92.
Barcelona Olímpica.
Yo, tras un tiempo de seis años
desangrando, perdiendo fuerzas y ánimos,
era sometida a la cirugía de la histerectomía.
Ese árbol frondoso fue mi compañía.
que un día di al árbol.
Frondoso y fuerte.
Protector y acogedor.
Me quedé en su tronco
y penetré en sus raíces.
Entré en la nada
de la muerte cloroformada.
Regresé,
como si nada transcurrido pasara.
Justo,
antes de mi ausencia se decía
que Camarón era muerto.
Ese árbol y ese cante
acompañaron mi alma
mientras bisturís cortaban
para sanar mi cuerpo.
Fue el verano del 92.
Barcelona Olímpica.
Yo, tras un tiempo de seis años
desangrando, perdiendo fuerzas y ánimos,
era sometida a la cirugía de la histerectomía.
Ese árbol frondoso fue mi compañía.